Del estancamiento al desarrollo
Las expectativas mejoran a nivel local, luego del logro de la semana pasada, el acuerdo de la deuda con los bonistas bajo ley extranjera. Argentina entonces no entra en “default”, en castellano, no entra en la categoría de “deudores defectuosos”, título que espanta inversores locales y extranjeros. Esto podría ser el punto de partida para diseñar planes de desarrollo puertas adentro, enfoquémonos en uno de ellos.
En el siguiente gráfico puede verse la evolución de los últimos cinco años en la producción de algunos agro alimentos, maíz, soja, harina de soja, aceite de soja y carne de cerdo. Esta agrupación obedece a que el maíz y la soja (harina de soja), son alimentos básicos para la producción porcina, que, luego de la carne aviar (98 millones de toneladas anuales), es la carne más consumida en el mundo (95 millones de toneladas anuales). El gráfico muestra un estancamiento en la producción local de soja, harina y aceite de soja, mientras la producción de maíz ha ido en aumento, al igual que la producción porcina. Esta última ha aumentado un 30% de 2015 a 2019. Los volúmenes productivos de granos y derivados son desproporcionadamente mayores a los de carne de cerdo, y, a pesar de la evolución de la producción porcina, avanza a un ritmo más lento que el consumo, en 2019 por ejemplo, se alcanzó una producción de casi 630 mil toneladas de carne de cerdo, y el consumo superó 655 mil toneladas.
Como país agro exportador, veamos qué proporción de la producción de cada uno de estos alimentos se exporta, y cómo ha evolucionado en estos años:
Se sostiene un nivel de exportación entre 85 y 90% de la harina de soja producida, mientras la proporción de maíz exportado ha fluctuado y descendido los últimos años, pasando de casi 90% en 2016, a menos del 50% en 2019. Por último, la exportación de carne porcina ha aumentado, de representar menos del 2% de lo producido en 2015 a más del 4% en 2019, pero la importación de carne porcina también aumentó, pasando de 2,5% a 5,4% de lo que producimos anualmente, lo que marca un ritmo de crecimiento más acelerado de las importaciones, que de la exportación local.
Siguiendo en la visión de agro exportadores, veamos la evolución del ingreso anual de divisas. Por un lado, de los granos y derivados de soja, que han descendido de más de U$S 24 mil millones en 2013, a menos de U$S 20 mil millones en 2019. Por otro lado, el ingreso de divisas por exportación de carne porcina ha ido en aumento, pero sigue siendo más que duplicado por el egreso de divisas en concepto de importaciones de carne de cerdo al país.
Vemos entonces un estancamiento productivo en los commodities que forman parte del grueso del ingreso de divisas al país, las que se erosionan por menores precios de las materias primas y techos productivos, sin embargo, hay un lento crecimiento en la producción local porcina, que no alcanza a abastecer al mercado interno.
Si nos enfocamos en las exportaciones de Argentina de harina de soja, tenemos que cada año le vendemos a aproximadamente a 50 países, aunque el 50% del volumen es comprado por 8 países del Sudeste de Asia (3), Europa (3) y África (2), los que este año proyectan importar volúmenes apenas 1 a 2% superiores a los volúmenes importados el año pasado, lo que, sumado a un contexto de precios bajos, no permite avizorar un crecimiento en el ingreso de divisas desde ese sector.
Si pasamos a las exportaciones de carne de cerdo desde Argentina, vemos que entre el 70 y 80% son destinadas a Rusia y China.
China, principal productor y consumidor mundial de carne de cerdo, fue afectado por la peste porcina africana de manera tal, que llevo a la muerte y matanza de millones de cerdos, mermando su producción de 54 millones de toneladas en 2016 a 36 millones para este 2020, según lo proyectado por el USDA en su último informe del 10 de julio pasado. En este informe se estima que China estará importando 4,4 millones de toneladas de carne de cerdo, 2 millones más que el volumen importado en 2019.
Si comparamos las perspectivas de crecimiento en el mercado mundial de harina de soja, versus el mercado de carne porcina, tenemos una clara señal hacia el agregado de valor, que responde por supuesto, a una coyuntura sanitaria de China que la lleva a estos números tan dramáticos.
Llega entonces la propuesta de inversiones desde China, para instalar granjas porcinas en nuestro país, y con ello los dilemas de confianza en muchas direcciones, algunas de ellas en lo referido al tipo de granjas porcinas a instalar, y a la seguridad sanitaria de un crecimiento acelerado en producciones de gran escala.
Se habló y se sigue hablando de la importancia de agregar valor a nuestras materias primas, y tenemos a la vista que el mayor ingreso de divisas del agro viene de la exportación de harina de soja, con un valor promedio de U$S 315/TN, mientras la evolución de producción y exportación de carne de cerdo avanza muy lentamente, con un valor de exportación de U$S 1.700/TN, valor que puede crecer si exportamos más cortes de calidad que menudencias. Así, exportar un bien que vale más de cinco veces el valor de otro, representa el potencial para desarrollar valor en el país. En medio de una crisis económica mundial, tenemos la oportunidad de orientar los esfuerzos de nuestros recursos institucionales, económicos y naturales, hacia el agregado de valor, desarrollando mecanismos asociativos, que permitan ganar escala, mecanismos financieros, que permitan hacer inversiones, y mecanismos impositivos, que permitan fomentar la entrada de más actores locales.
Conclusiones: Si hasta ahora Argentina no se ha desarrollado más rápidamente hacia el agregado de valor, no es porque no entienda que ese es el camino, sino porque el entramado impositivo, la falta de herramientas financieras, y el panorama de incertidumbre permanente, ralentizan toda iniciativa de desarrollo, en lugar de fomentarla. Pero estamos a las puertas de una nueva tregua, y, si pudo llegarse a un acuerdo con los bonistas bajo ley extranjera, podemos llegar a un acuerdo con los emprendedores que viven bajo ley nacional, que saben “cómo hacer” para desarrollar agregado de valor, con sustentabilidad sanitaria, económica, social y ambiental, saliendo del estancamiento y avanzando hacia el desarrollo de un país con más valor.
Asumamos el desafío de ser más competitivos desde adentro, sin buscar soluciones rápidas desde afuera, estas suelen no ser sustentables ni sostenibles en el mediano y largo plazo.
Marianela De Emilio; Ing. Agr. Msc. Agronegocios
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