Costos, brecha y retenciones al agro

Opinión 03 de enero de 2024 Por Las Rosas Digital
Mercado de granos - Por Marianela De Emilio; Ing. Agr. Msc. Agronegocios.
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Menos de 7% de la superficie del territorio nacional está ocupada por siembra de cultivos anuales extensivos, de los que trigo, maíz y soja son los principales. Las cadenas agroindustriales de estos granos aportan aproximadamente 5% del PBI argentino y más del 40% de las divisas que ingresan al país por exportaciones. El bajo nivel de ocupación de tierras de esta actividad en proporción a los aportes que genera para el crecimiento económico del país, es una de las variables que muestra la competitividad de este sector, y desafía a la administración eficiente del mismo, para elevar dicha competitividad en el corto y mediano plazo.

- Costos:
El sector agrícola se vio atravesado por fuerte suba de costos de producción y alquileres, junto a un ciclo de tres campañas consecutivas de sequía, que, en muchos casos, resultó en márgenes negativos y fuerte nivel de endeudamiento de las agro empresas.

Los costos de labores e insumos para producir una hectárea de soja y maíz, representan 25 a 37% (10 a 15 quintales por hectárea) del rendimiento de soja, y 37 a 44% (30-35 quintales por hectárea) del rendimiento de maíz, bajo el supuesto de rendimientos promedio de 40 qq/ha de soja y 80 qq/ha de maíz.

Los alquileres de campos agrícolas, pagados a más del 70% de la superficie agrícola en producción, representan aproximadamente 40% de los rendimientos (16 y 32 quintales por hectárea de soja y maíz respectivamente). Generalmente se pagan quintales fijos por hectárea, uno de los factores que llevó a mayor nivel de endeudamiento, por los bajos rendimientos obtenidos luego de la sequía de las campañas anteriores.

La cosecha, mayormente realizada por terceros contratados, se paga en función de los rendimientos, 9% del rendimiento es uno de los valores más difundidos, que resulta aproximadamente 3,6 qq/ha de soja y 7,2 qq/ha de maíz a los rendimientos supuestos.

Por último, las comercializadoras cobran entre 1 y 3% del volumen comercializado en concepto de comisiones, paritarias, etc., mientras el costo del transporte depende de la distancia entre el lugar donde se origina la producción y el de entrega y liquidación de la misma. La producción argentina se encuentra entre 10 y más de 1.000 kilómetros de los principales destinos de la cosecha. Más de 55% de la soja y 70% del maíz se producen a distancias desde 300 a 1.000 kilómetros de los principales puertos argentinos (Rosario y Sur de Bs As) y del cordón agroindustrial de Santa Fe. Los precios del transporte de granos para distancias desde 300 a 1.000 kilómetros, actualizados a diciembre 2023, recorren un rango entre U$S 27 y 76 por tonelada, que representa del 15 al 40% de la cosecha de maíz y 9 a 25% de soja a precios de la campaña 23/24.

El resultado al sumar todos los costos para soja y maíz a distancias entre 300 y 1.000 kilómetros, varía entre 34 y 45 quintales de soja por hectárea, y entre 80 y 100 quintales de maíz por hectárea. Los márgenes para algunos planteos de soja resultan mínimos a negativos y para maíz nulos a negativos.    

- Brecha cambiaria:
Desde la devaluación instrumentada por el nuevo gobierno, el tipo de cambio oficial se elevó en más del 118%, mientras los tipos de cambio alternativo tomaron el camino inverso, recortando 5% su valor. Con estos movimientos cruzados, la brecha cambiaria entre el Dólar oficial y uno de sus alternativos, el Dólar MEP, bajó de 170% a 16-22% según las cotizaciones de los últimos días de diciembre y primer día hábil del 2024. Esta disminución de brecha llevó a que los granos tengan la máxima capacidad de compra en Dólar MEP, por encima de los anteriores esquemas de tipo de cambio diferencial, Dólar soja y Dólar agro.

Las liquidaciones no se hicieron esperar, y la última quincena de diciembre 2023 acumuló ventas con precio por casi 2 millones de toneladas de maíz 22/23, más de 1 millón de soja 22/23 y 1,4 millones de trigo 23/24. Aún resta mercadería por liquidar/preciar, menos de 10, 11 y 7 millones de toneladas de maíz 22/23, soja 22/23 y trigo 23/24 respectivamente, que representan menos de 29% y 33% del saldo 22/23 de maíz y soja respectivamente, y menos de 75% del trigo 23/24.

Los volúmenes liquidados con esta brecha tan baja son mínimos, comparado con las liquidaciones realizadas hasta la primera quincena de diciembre 2023, es decir, los precios logrados con brechas altas del tipo de cambio, resultaron 15% a 20% inferiores que los alcanzados luego del achicamiento de brecha. La actual mejora del poder adquisitivo de los granos podría recortarse por bajas de precios internacionales o si la brecha cambiaria vuelva a subir. El riesgo precio para el saldo de maíz, soja y trigo es alto, y no habría que postergar decisiones comerciales en el corto plazo, en tanto se sostiene esta relación cambiaria. Los precios de la nueva campaña aún en siembra, se verán fuertemente afectados por sostén o no de este nivel de brecha cambiaria.

- Retenciones:
El gran DNU lanzado por el nuevo gobierno incluye suba de retenciones a los cereales, que pasarían de 12% a 15%, y de los subproductos de soja, que pasarían de 31% a 33%. Ambas subas de retenciones afectarán el precio ofrecido al productor, recortando al menos 3% del valor del trigo y maíz y 2% del valor de soja. Es decir, por un lado, la devaluación del tipo de cambio oficial y acortamiento de brecha, mejoraron la relación del poder adquisitivo de las liquidaciones de granos, mientras que por otro se restaría precio por un nuevo incremento de retenciones.

- Necesidades y motivaciones:
La 22/23 fue atravesada con elevados costos y mínimos ingresos, por rendimientos recortados por sequía y precios recortados por alta brecha cambiaria. La necesidad de liquidez no siempre coincidió durante el 2023 con la motivación a liquidar, con los programas de tipos de cambio diferencial del gobierno anterior, y mucho volumen tuvo que ser vendido a precios que resultaron en un pobre poder adquisitivo. La actual motivación a liquidar por achicamiento de brecha, a pesar del buen nivel de respuesta de parte de los productores, los encuentra con bajos saldos de mercadería para negociar hasta la próxima cosecha y temor respecto al rumbo de los precios, tipo de cambio y retenciones.

Motivar al sector agrícola a producir más y mejor, con un sistema productivo de altos costos, alto nivel de endeudamiento, precios en baja y suba de retenciones parece una tarea difícil de lograr. Por el contrario, se intuye que una vez más habrá que reducir las apuestas y resguardar liquidez.

En el siguiente gráfico se observa la evolución productiva nacional de soja, maíz y trigo, durante las últimas dos décadas. Más allá del quebranto productivo de la campaña 22/23, no sorprende el bajo crecimiento de soja, cuyo nivel de retenciones siempre fue el más alto, además del alto riesgo precio y costos en suba, que resulta en un crecimiento de 51% para el volumen de cosecha de esta oleaginosa. El trigo no ha logrado pasar techos productivos de 20 millones de toneladas, aumentando su volumen de cosecha entre 5% y 55% en las últimas dos décadas. Por último, maíz es el cultivo que más crecimiento sostenido presenta, sumando más de 200% al volumen obtenido hace 20 años. Este cereal es uno de los motores más importantes de la producción agropecuaria, no solo por el nivel de tecnología que requiere para su producción, sino por el potencial que ofrece para agregar valor, sea en carnes, leche o etanol. Como se vio más arriba, sus altos costos productivos y logísticos, dejan el margen de este cultivo muy cerca de cero y de valores negativos, fuertemente afectado por baja de precios o rendimientos.

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Conclusiones: Altos costos productivos, de alquileres y logísticos, se combinan con acortamiento de brecha y suba de retenciones. La necesidad de liquidez se combina con la motivación de corto plazo por mejor poder adquisitivo en Dólares billete, y la expectativa de aumento de brecha cambiaria y retenciones en el corto y mediano plazo.

El aporte de la producción agrícola al PBI nacional y al ingreso de divisas, es tan relevante, que requiere un trato igual de relevante frente a la toma de decisiones que afecten la capacidad de inversión y los márgenes agrícolas. El magro avance productivo de dos de los tres principales cultivos, debe ser causa de análisis y desafío para las próximas campañas, que orienten, a través de reglas claras, a maximizar la productividad de cada hectárea sembrada.

Marianela De Emilio
 Ing. Agr. Msc. Agronegocios

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